martes, 15 de octubre de 2013

El español: el femenino

Algunos, algunas y otros temblaran al ver el título. Yo también temblé al pensarlo. Pues bien, el hombre, el único ser humano inferior e indigno de esa etiqueta, es además, el único capaz de hablar mal de alguien superior y sin necesidad de motivo. Y entiéndase esto de forma singular, esto es, no estoy generalizando en los hombres y mujeres, he hablado solo de hombres.

De eso, les quiero hablar, señores, señoras y demás elementos lectores de este "recoge opiniones". Llevo días pensando en lo bonito del léxico español, de lo realmente agradable que suena para los oídos alguien verborreando el castellano, y de lo prostituido que lo tenemos, de lo ofensivo que resulta muchas veces escucharlo y de lo deprimente y deprimido que es en casi todas, oírlo. 

Basta con que muchos no sepan diferenciar el verbo haber del verbo ver, o lo realmente difícil que es escribir con "b" y "v" a veces, pero esto, con un par de...cuadernillos "moreno" lo podríamos arreglar, creo. Lo que es difícil y algunos se empeñan en agrandar es aquello de enaltecer el género, entendido este como el masculino y lo contrario de algunas cosas y/o personas. He aquí una figura importante en el panorama político que quiso pasar a la historia de la grandilocuencia con aquel inolvidable miembros y miembras.

En esto haré hincapié, de lo mucho que nos hemos empeñado en sobreponer el género de la mujer, sin tener necesidad de ello, porque ellas son y serán por siempre muchísimo mejores en el género, y en todo lo demás. Por que me duele que un ayuntamiento hable de concejalAs, o en hospitales de médicAs, o en las universidades de jóvenAs. Y es que hay cosas que no existen, porque no, porque no es necesario, porque el artículo que les precede, esto esto, la palabrita generalmente corta que se pone antes de la profesión/definición/cosa es la que le otorga el género sexual al mismo, entiéndase y para mejor comprensión, un ejemplo: EL miembro, LA miembro.

Me duelen los oídos, otras veces los ojos, y otras tantas mis grandes ovarios de insultar así a nuestro género por excelencia y excelente. Vivimos en una sociedad empeñada en igualar, que a veces nos pasamos. No es que ya estemos a la par en todo, es que el género femenino le da mil vueltas al otro, entiéndase este último como el opuesto al primero. No crean mis amadas lectorAs que el hablar mal les hará más grandes, es simplemente, que el hablar bien, les hará ser, lo que son:  mucho más femeninAs. 

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