lunes, 2 de septiembre de 2013

Hipócrita!

Si, tú. El que te escribe, el que tiene la osadía de leer, y el que estima la desfachatez de pensar que no lo es.

Joder como viene éste de su periplo vacacional, no señores míos, no vengo, es que todavía no he ido. En la vida, queridos, se diferencian dos tipos de personas (humanas, añadirían algunos eruditos), los hipócritas y ya. Todos lo somos, todos lo hemos sido y todos en algún momento de nuestro paso por el tercer planeta según giras el sol a la derecha, lo seremos. La hipocresía, uno de los pecados capitales no contemplados en la obra maestra de Seven, es a su vez parte de todos los mismos, y si no me creen, véanse estos: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia y Soberbia. Y no hay más que añadir al respecto.

Podría arriesgar, liarme el nórdico a la cadera e intentar plasmar una definición de lo que nos ocupa, pero nos les engañaré, sería un hipócrita. No se puede dar una explicación de algo que no se puede explicar. De hecho todos la conocemos y ninguno la podríamos exponer. ¿Por qué? Porqué el miedo es tal que hasta el mismísimo Caronte a orillas del río tenía miedo de la hipocresía que el mismísimo diablo podía descargar sobre él, y en ese recorrido que en su barca ofrecía a grandes ilustres de la humanidad y no tan ilustres y conocidos, tenía la sensatez de no levantar la cabeza por sí acaso.

Pero volvamos a lo nuestro, no nos desviemos, que aún nos queda para conocer a estos tan peculiares dueños del inframundo. Si en anteriores exposiciones hablábamos de la envidia como el motor del mundo, podemos decir que esta maldita hipocresía que nos rodea, es el engranaje de ese motor. Maldita y perspicaz astucia la de este modo de actuación del resto de los humanos. En qué momento nuestros antepasados se calentaron de tal manera que la jodieron tanto. Pero si la culpa es de los padres, claro, pero cuáles, los suyos o los otros. Menudo lío se ha montado en el siglo XVIII, pero si no estabas, ya, pero me lo han contado. Ten cuidado, porque quizá el que te lo contó era un hipócrita y no sólo te engañó, si no que también te la lió de tal manera que consiguió lo que pretendió en su momento.

Hipócritas, hasta decir basta, en el trabajo, en la calle, con los "colegas", en el bus, en el coche y hasta de paseo en barca. Si es que somos la repanocha señores, si es que pensando que intentando no ser hipócritas, es cuando más lo somos. Palabra maravillosa de nuestro diccionario español, y a veces también del castellano. Me apasiona la hipocresía, hasta el punto de encontrarla en las acciones más habituales del día. Absténganse señores de caer en este engaño perspicaz, intentemos no ser políticos de la calle, ni trabajadores del sindicato. Busquen esa ansiada bondad, por que está, por que tiene que estar. Y si por contra, a lo largo del día, ven más hipocresía que bondad y abuso de engaños, no se preocupen, siguen ustedes en este planeta llamado Mundo.

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